martes, 11 de enero de 2011

El primer ensayo del 2011

Hoy es martes. Termino la consulta a las siete, y el ensayo comienza a las ocho. Tengo el tiempo justo para pasar por casa, engullir un yogur a toda prisa, agarrar el cello y la bolsa con la carpeta de partituras, la correa para apoyar la pica del instrumento, lápices, el atril (aunque la orquesta tiene atriles propios, casi siempre llego tarde y si lo llevo desde casa puedo colocarme en mi sitio sin molestar tanto), y, muy importante, una chaqueta o un forro polar.
Al final tomo un taxi por las prisas. Me deja delante del local de ensayo, que es una sala perteneciente a una iglesia, que antaño fue un cine. De hecho, en la sala de proyección, que aún conserva mucha de su maquinaria, guardamos parte de nuestros trastos.

Antes disponíamos de un local mucho más grande, el comedor comunitario de la parroquia alemana católica de Barcelona. Pero el edificio se vendió y fue demolido, y con él nuestro local de ensayo.
Este Diciembre dimos dos conciertos conmemorativos de los 25 años de existencia de la orquesta, cifra que me parece vertiginosa. Yo hace sólo (sólo?) ocho que formo parte de ella, y de las muchas cosas que tengo para contar, iré desgranando algunas con cuentagotas en este blog.
De hecho, he hablado con algunos de los miembros la orquesta con quienes tengo más amistad, y les he pedido permiso para mencionar ocasionalmente sus nombres y mostrar sus imágenes, como requisito para emplearlos. Creo que les ha hecho gracia, y aquí están dos de los violonchelistas avergonzados porque les hago una foto con el iPhone.

Miradlos bien, son muy, muy buenos.
Nuestro director nos ha repartido partituras nuevas. Tenemos el próximo concierto programado para el 20 de Marzo en Caldes de Montbui, un pueblo con una rica tradición musical. Entre otras obras de nuestro repertorio, vamos a tocar unas “Melodías Elegíacas” de Grieg, y un Concertino para orquesta de cuerdas de Ricciotti. Las obras de Ricciotti siempre tienen entre paréntesis el nombre de Pergolesi y encima nuestro director no les llama Ricciotti ni Pergolesi sino Wassenaer. Señal de que no se tiene ni idea de quién fue el compositor en realidad.
Aunque en la orquesta, por suerte, hay gente muy buena, la mayoría somos amateur. En estas circunstancias orquestales ocurren cosas que me imagino que no deben ocurrir en las orquestas profesionales, pero en eso radica la gracia, me imagino.
Por ejemplo, nuestras dificultades para ponernos de acuerdo con los golpes de arco, hacia arriba o hacia abajo. Es habitual ver un embrollo de arcos arriba y abajo de manera descoordinada. Cuando la pieza tiene una cierta dificultad técnica, tenemos bastante trabajo para mirar al director al mismo tiempo que las notas. No hablemos ya de si hay más de dos bemoles o sostenidos, o bien cambios bruscos de compás o de clave. Cuando entré en la orquesta me senté al lado de Pere, y ese fue mi lugar durante varios años. Cuando nos tocaba leer una partitura por primera vez, yo le miraba de reojo y me decía: “no te preocupes de los arcos, hay que sobrevivir!”.
Tiene razón; luego al final en los conciertos todo sale bien.

2 comentarios:

  1. Yo no tengo el problema de los arcos je je. :o)

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  2. No hay que exagerar el problema visual de los arcos, es mucho más visible en los violines y violas ya que el arco sube y baja. A nosotros, los cellos, no nos miran tanto...jeje

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