viernes, 20 de mayo de 2011

Galería de imágenes del concierto de Mayo

"Quien quiera construir torres altas deberá ahondar mucho en los fundamentos". Anton Bruckner

 Lo hicimos muy bien. Lo decimos nosotros y lo han dicho otros. Lo hicimos como nunca.
Por eso me limitaré a poner una galería de fotos del concierto y sus preparativos, que espero os guste.


Con Santiago
Paddy y Rubén
  
Preparando
Jordi antes de la prueba de sonido
Ulrike, la concertino, con Rubén


Juan probando el sonido
Foto romántica - movida - de Rubén
Cellistas

Preparados listos ya

De pie

Pedro Zacarías tocando el concierto de Marcello para oboe


Más saludos
Jaume

Los celli



Toni con las fundas de los contrabajos al fondo

Con Lupe

Lupe y el violinista Dr. Barberà

Médicos cellistas

Concentrados
Médicos cellistas

Con Lola




Nosotros tocando felices

Josep Mª Taulé


El cello de Jordi que suena como el terciopelo

Helia y Ferràn desenfundando


Carolina

Paddy repartiendo carpetas rojas

Lupe y Jordi


Josep Gelpí



Rosa
Autofoto con Helia

Autofoto con Domènec


Ulrike montando el atril


Juan Cantarell y Domènec moviendo el piano






Toni


Super Kim

Autofoto con Kim



Jordi con una espontánea
 Ya está. Ah, el tema "Primer encuentro" de E. Grieg se lo dediqué en silencio a alguien que todavía no ha nacido: Sofía. Un beso de tus 28 tíos de Barcelona.

jueves, 5 de mayo de 2011

Contratiempos y Contrapuntos

El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo. Antoine de Saint-Éxupery


 Esta semana hemos tenido un aguacero sobre la ciudad que ha provocado que muchos de los miembros de la orquesta lleguen tarde al ensayo, o directamente no lleguen, y además, como ya es costumbre en los días de lluvia, hemos disfrutado de goteras en el local.

Esto me ha hecho pensar en dedicar un post a algunos de los contratiempos de cada día que hemos de soportar los músicos amateur, que, sin embargo, lejos de ser un problema, nos hacen sentir más unidos en la adversidad.

Por ejemplo, las mencionadas goteras. En nuestro local hay goteras de tamaño natural, y cuando llueve copiosamente como el otro día,
tenemos que poner cubos en el escenario, y los componentes de la orquesta se van distribuyendo alrededor de ellos en función de las necesidades. Aquí un gran cubo para las goteras entre los segundos violines y las violas.

Además, como tocamos en un antiguo escenario, que no es demasiado grande, tenemos que arrinconarnos y entonces las cortinas laterales nos molestan. No os imagináis lo que es tocar un instrumento de cuerda con un viejo cortinaje cayéndote en el pescuezo todo el tiempo. Por ello hemos optado por la salomónica decisión de hacerles un gran nudo a todas las cortinas cuando llegamos.
Os prometo que no tratamos de simbolizar nada con ello. Cuando nos marchamos al finalizar el ensayo, deshacer los nudos de los telones forma parte de las rutinas de “recoger los trastos”, y así, unos van deshaciendo nudos mientras los otros van plegando los atriles y más allá los más activos amontonan las sillas, en medio de una charla eufórica y desenfadada que dura varios minutos.

Todos los que habéis tocado alguna vez en alguna orquesta sabéis como yo que a los directores se les escapa la batuta a menudo durante los ensayos. Alguna vez, incluso también en algún concierto, con el consiguiente riesgo físico para los ojos de los músicos (por suerte uno de los violinistas es oftalmólogo).


Por ello, en las orquestas de verdad, los directores tienen presupuesto para varias batutas; en cambio nuestro maestro de vez en cuando tiene que aplicar las restricciones y utilizar un lápiz en los ensayos.
Juan Cantarell con un lápiz
No por ello pierde ni un ápice de intención en sus indicaciones. En los conciertos, es justo decirlo,  luce una hermosa y vistosa batuta blanca. 

No es infrecuente que, por motivos de trabajo, algunos de nosotros lleguemos un poco más tarde al ensayo. Lo importante es llegar, sin embargo, y no por ello hay que interrumpir la actividad. Por ello hemos aprendido a caminar haciendo equilibrios con nuestro propio atril, el arco, las partituras y el instrumento en la mano, mientras los demás están tocando, procurando que Juan no nos atice un batutazo cuando pasamos a su lado (el truco es contar, y pasar muy rápido justo en el tiempo 1 del compás), intentando no tirar los atriles de los demás, y sobre todo no pisar a nadie ni a nada.

La palabra amateur tiene incluido el lexema “amor”, cosa que hace totalmente improbable que uno de nosotros pise, por error, un violonchelo que está en el suelo, o una partitura. En cambio, sí podemos pisar tranquilamente el borde de la chaqueta del vecino que cuelga de la silla, o dar una patada sin querer al móvil que se han dejado encima de la tarima. Por no hablar de cuando clavamos sin piedad nuestra pica de titanio en el suelo de cualquier sitio, aunque sea de parquet de espigas de roble.

Estas y otras penurias hemos de sufrir los músicos aficionados. Como cuando hace demasiado frío para ensayar, y sólo disponemos de una canija estufa endeble en el lateral de la platea, que no calienta nada.
Para poder tocar hay que mover los brazos cómodamente y no se puede llevar abrigo. De manera que mi amigo Santiago empezó a llevar un chaleco sin mangas acolchado, y yo le he imitado. Suerte que pronto es verano.

A pesar de todo, nos gusta poder ser útiles a alguien de vez en cuando. 
En el último ensayo nos visitó la futura pianista y actual estudiante de Bachillerato, Marta, que dejó un comentario en el blog interesándose por las antiguas componentes de la orquesta femenina, para hacer un trabajo en su escuela sobre el papel de la mujer en la música catalana del siglo XX. Marta acudió como espectadora al ensayo y pudo entrevistar a las chicas. Hay jóvenes impresionantes, y para mí es un honor que este humilde blog haya servido para que se haya producido este contacto.