lunes, 31 de enero de 2011

Con la música a otra parte (I)

Algunos de los más entrañables componentes de nuestra pequeña orquesta decidieron en su día emprender un largo viaje que les mantuvo apartados de nosotros. Unos pocos de ellos todavía no han vuelto, pero es seguro que volverán. Todos echan de menos nuestra compañía y la música que se cuece en este laboratorio.



Quisiera, pues, inaugurar una subsección sobre los viajes a tierras lejanas de algunos de nuestros músicos.



La primera será mi querida Gemma. Una guapa violinista mallorquina, ocurrente, gamberra, alegre y auténtica. Hay una graciosa elegancia en todos sus gestos, está siempre dispuesta a escuchar a cualquier persona, y no olvida nunca los problemas de los demás.



La he visto hacer cosas hermosas. Un día la pillé en la cripta de una iglesia en la que teníamos que dejar los bártulos antes de salir a escena. Estaba en cuclillas tocando una nana con su violín para una preciosa niña de meses de edad, nieta del concertino, que la miraba con ojos alucinados. Otro día llevaba unos zapatos verdes en los que ella misma se había cosido botones, y se los quitó para que el violinista más bromista se abrochara la camisa con ellos. Siempre intenta, después de los ensayos, arrastrar consigo a algunos de nosotros hasta un bar, donde poder charlar, tomar una copa y al finar terminar tocando música improvisada.



Nunca se preocupa de sí misma ni de poseer nada, es el ejemplo más ilustrativo de alguien que quiere vivir la vida intensamente. No para quieta y de vez en cuando se marcha a la India, donde pasa meses, recorriendo ciudades y pueblos, ayudando donde puede y en lo que puede. “Siempre hay algo que hacer”, dice. Me ha mandado muchas fotos de su vida actual, en Malaysia, y también de su estancia en la India. Me ha pedido que os diga que nos echa a todos mucho de menos, que volverá en breve, y que lo único que quiere que se diga de ella es que es “la risitas” de la orquesta.



Vuelve pronto, Gemma!

miércoles, 26 de enero de 2011

Afinar pese a todo

Tenemos que comprender que no podemos tomar un sistema de entonación como norma para todos; lo que para nosotros suena afinado puede resultar desafinado para otros. Afinado es, pues, lo que concuerda con un sistema determinado. Así, nosotros hemos educado nuestro oído, en general, con el temperamento del piano.
Nikolaus Harnoncourt.


El post de hoy se lo dedico a mi amigo, el doctor Santiago Rosales, nuestro presidente, magnífico pediatra, descendiente de una familia de excelentes músicos, muy buen escritor, y fundador de la Sociedad Española de Redactores Médicos. Por si eso fuera poco, es uno de los únicos dos miembros de nuestra orquesta que han tenido el privilegio de ser admitidos para formar parte de la World Doctors Orchestra, así que de vez en cuando coge los bártulos, se compra un billete de avión para él y otro para el cello, y se marcha a hacer cosas como ésta.

Hoy me decía entre pasaje y pasaje, con cierta nostalgia, que hubiera deseado aprender música desde niño. La idea es conmovedora; sin embargo no debería haber pronunciado la palabra “niño”, pues de inmediato ha tenido que dejar el instrumento en el suelo a medio ensayo porque le han llamado por el móvil para una urgencia. Al parecer la urgencia se ha podido resolver por teléfono, y ha regresado prontamente al atril, para seguir tocando como lo hace, mejorando día a día ante mis ojos y mis oídos, con su cello, de sonido tierno y cálido gracias a los retoques de su primo luthier .

Yo también envidio a los niños que empiezan a tocar, pero sobre todo le envidio a él, capaz de disfrutar en extremo con el estudio y la interpretación de la música, y dispuesto a no imponerse jamás ningún límite.

En el ensayo de ayer leímos otro par de danzas de Edvard Grieg. A pesar de que no era excesivamente difícil, teníamos bastantes divisi, y al ser la primera lectura nos costó afinar las notas largas. Joan Cantarell, el director, nos condujo por caminos alternativos hasta la obtención por sorpresa de un sonido firme, “noruego”, nórdico pero cálido a la vez. En cuanto a la afinación, nos indujo a escuchar a los músicos que teníamos al lado y a las voces más cercanas, para encontrar así de mutuo acuerdo una afinación justa. Creo que "conductor", la versión anglosajona de la palabra "director" refleja mucho mejor las tareas del maestro.

He de confesar que el concepto mismo de afinación me apasiona. Cómo afinaban en el siglo pasado? Y en el siglo pasado en la India? Y en China? Y en la época de Shakespeare y Monteverdi? Sobre esto os recomiendo muchísimo que leáis un libro que me he regalado a mí misma esta Navidad: “La música como discurso sonoro”, de Nikolaus Harnoncourt. Buscadlo, compradlo, leedlo y regaladlo a los seres queridos. Está tan bien escrito como colmado de lucidez.

La talentosa Kim me ha enviado las fotos de nuestro concierto del Noviembre pasado en el Casal del Metge de Barcelona. Ella es la beldad rubia que está en las violas, justo en frente del director. Hablaré de ella en otro post. Es buena y lo sabe. Y además se ha ofrecido para colaborar activamente en este blog, lo cual le agradezco enormemente.
















Pronto volveremos con más personajes así como nuevas aventuras y proyectos.

martes, 18 de enero de 2011

Las perlas del dire

De Pergolesi al plexo solar


Nuestro actual director, Joan Cantarell, tiene incontables virtudes. Pero una de las que más felicidad me causa son sus perlas.

De vez en cuando, no en cada ensayo, pero casi, nos regala una perla, algo hermoso, un maravilloso dato histórico, un comentario musical único, una analogía que nunca habíamos pensado, una observación inédita sobre la obra que estamos trabajando. Sé que tiene muchas reservadas; pero es como la gallina de los huevos de oro y hay que esperar pacientemente a que cada semana nos proporcione una.

Algunos días no toca perla, otras veces, con suerte, hay una.

Y hay días gloriosos en que caen dos, como hoy.

La primera perla ha sido durante el ensayo del Concertino de Ricciotti. Dice, “Sacad el Concertino de Pergolesi”. Todos nos hacemos un lío, sube el volumen de los murmullos, se caen carpetas, el viola de la segunda fila ayuda a la viola de la primera fila a recoger sus partituras del suelo, y al agacharse tira el atril del segundo violín que estaba detrás, en un típico efecto dómino.

Por fin queda claro, nos está pidiendo que saquemos el Concertino de Ricciotti. Pergolesi? Ricciotti? En qué quedamos, maestro?

- Alguien sabe cuántos años vivió Pergolesi?

Se oyen respuestas desde diferentes zonas, veinte!, dieciocho!, veintiocho! Veintidos!

- Vivió veintiséis años. –dice, mirándonos desde su tarima. – Estaba muy enfermo, tenía espina bífida, y en veintiséis años es imposible que escribiera toda la obra que se le atribuye. Pero dado el éxito que tuvo, todo el mundo “se apuntó al carro”.

Los allí presentes médicos no sabíamos que el tal Giovanni Battista de Pergolesi tuvo espina bídida, o al menos, no lo sabía yo. Significa eso que era paraplégico? Que tenía deformidades? Que tenía incontinencia de orina?

Nos cuenta el dire que las óperas napolitanas tenían tres actos, y que las óperas bufas tenían dos, que precisamente se intercalaban en los intermedios de las óperas “serias”.

Nos traslada a la época barroca en Nápoles. En los teatros se representaban las óperas durante todo el día, sin guardar un especial orden de representación, la gente no iba a seguir el argumento de la ópera ni a sufrir o a emocionarse con las desventuras de los personajes. Se lo sabían todo demasiado bien, formaba parte de la cultura popular.

Pasaban horas, a veces todo el día en la ópera y ni si quiera había asientos en platea, estaba de pie yendo de un sitio para otro, comiendo… Cuando algún cantante interesante hacía su aparición todos atendían para escuchar cómo interpretaba una obra concreta.

Las operas ni siquiera empezaban por el primer acto, no era necesario. En cambio la ópera bufa hacía la exposición de la trama en el primer intermedio, y el desenlace en el segundo. Así nació La Serva Padrona.

Dicho esto, nos ha pedido que hagamos “forte-piano” en unas entradas de compás, ha añadido varias modificaciones a los trinos que aparecen en la partitura, ha sugerido que enfaticemos más unas determinadas notas y menos otras, y al final del ensayo, una obra que nos parecía insulsa y un tanto aburrida, ha adquirido carácter y nos imaginábamos todos con peluca y tocando para la corte de Nápoles del settecento. La música ha cobrado vida.

Segunda perla: otras veces tiene que recurrir a otras estrategias para conseguir lo que quiere de nosotros. Ha sido hoy, un poco más tarde, durante el ensayo de las Melodías Elegiacas de Grieg. Teníamos una sección de bajos que no terminaba de sonar bien. Ha probado diciéndonos que nos imagináramos estar en Oslo o en Bergen, con el típico frío nórdico, pero sin embargo notáramos la calidez de la música. Luego ha intentado perfeccionar un acorde al final de un pasaje, en el que aparecía un sol en los violoncellos y el contrabajo. Es el sol que aparece al final de la página.

Al final ha conseguido el efecto deseado diciéndonos que no teníamos que tocar con el arco, (señalándose su propio plexo solar), sino con el estómago. El sol y el plexo solar. No ha hecho falta que nos lo repitiera más veces, la imagen es imborrable. Cuando lo hemos tocado bien, se ha sonreído.


jueves, 13 de enero de 2011

Cumpleaños 25

Así pues, nuestro primer concierto tuvo lugar en 1985 en el Colegio de Médicos de Barcelona. Naturalmente, yo no estaba en la formación inicial. Tenía unos 20 años y estaba enfrascada en la carrera de Medicina, un pasatiempo como otro cualquiera que apenas deja tiempo para nada más.

Por lo tanto, en el año 2010 hemos conmemorado los 25 años de existencia de la orquesta. Podéis ver la web de la orquesta en el link www.orquestraarsmedica.org


En esa ocasión de 1985 mis colegas prepararon La Reina de las Hadas de Purcell, entre otras obras. Por ese motivo, en el concierto del otro día también la tocamos. Lo mismo hicimos en nuestro 20 aniversario, y en nuestro concierto número 100. Es un poco como nuestra obra de la suerte.

El 25 aniversario tuvo lugar en la Esglèsia de Santa Maria del Pi.



Además de nuestra obra de la suerte, tocamos una obra magnífica de Ralph Vaughan Williams: “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”. Le hemos dedicado todo lo que llevamos de curso prácticamente. Para nosotros ha sido una obra de gran dificultad. Está escrita para dos orquestas. Nosotros no lo hicimos, pero mi amigo violoncellista dice que algunas veces se ha representado colocando dos orquestas que van dialogando, separadas en el escenario. Además, para cada una de las dos orquestas hay dos o hasta tres divisi, lo cual significa que la mayoría del tiempo te la pasas tocando solo. Encima, constantemente hay cambios de armadura y cambios de compás. Te vuelves un poco loco. De todos modos, el que más loco se volvió fue el director, pero con su admirable paciencia nos llevó por la buena senda, y si salió como salió, fue todo gracias a él y a su perseverancia. Gracias, Joan!


No tenemos ninguna grabación que yo sepa, pero os recomiendo que escuchéis esta obra. Una de las gracias de participar en una orquesta para alguien amateur como yo, es precisamente conocer nuevos compositores desde las entrañas de sus partituras.


La Esglèsia del Pi es hermosa, como podéis ver, pero esa tarde de diciembre hacía un frío glacial. Tras dos horas de ensayo previo con el jersey de lana puesto, tenía congelados hasta los huesos, y no me vi capaz de quitármelo, así que salí a tocar con él puesto. En la foto no se ve muy bien, pero soy la única que va de blanco…! Me la ha enviado mi amigo Domènech, violinista y también viola. Gracias, Domènech!

martes, 11 de enero de 2011

El primer ensayo del 2011

Hoy es martes. Termino la consulta a las siete, y el ensayo comienza a las ocho. Tengo el tiempo justo para pasar por casa, engullir un yogur a toda prisa, agarrar el cello y la bolsa con la carpeta de partituras, la correa para apoyar la pica del instrumento, lápices, el atril (aunque la orquesta tiene atriles propios, casi siempre llego tarde y si lo llevo desde casa puedo colocarme en mi sitio sin molestar tanto), y, muy importante, una chaqueta o un forro polar.
Al final tomo un taxi por las prisas. Me deja delante del local de ensayo, que es una sala perteneciente a una iglesia, que antaño fue un cine. De hecho, en la sala de proyección, que aún conserva mucha de su maquinaria, guardamos parte de nuestros trastos.

Antes disponíamos de un local mucho más grande, el comedor comunitario de la parroquia alemana católica de Barcelona. Pero el edificio se vendió y fue demolido, y con él nuestro local de ensayo.
Este Diciembre dimos dos conciertos conmemorativos de los 25 años de existencia de la orquesta, cifra que me parece vertiginosa. Yo hace sólo (sólo?) ocho que formo parte de ella, y de las muchas cosas que tengo para contar, iré desgranando algunas con cuentagotas en este blog.
De hecho, he hablado con algunos de los miembros la orquesta con quienes tengo más amistad, y les he pedido permiso para mencionar ocasionalmente sus nombres y mostrar sus imágenes, como requisito para emplearlos. Creo que les ha hecho gracia, y aquí están dos de los violonchelistas avergonzados porque les hago una foto con el iPhone.

Miradlos bien, son muy, muy buenos.
Nuestro director nos ha repartido partituras nuevas. Tenemos el próximo concierto programado para el 20 de Marzo en Caldes de Montbui, un pueblo con una rica tradición musical. Entre otras obras de nuestro repertorio, vamos a tocar unas “Melodías Elegíacas” de Grieg, y un Concertino para orquesta de cuerdas de Ricciotti. Las obras de Ricciotti siempre tienen entre paréntesis el nombre de Pergolesi y encima nuestro director no les llama Ricciotti ni Pergolesi sino Wassenaer. Señal de que no se tiene ni idea de quién fue el compositor en realidad.
Aunque en la orquesta, por suerte, hay gente muy buena, la mayoría somos amateur. En estas circunstancias orquestales ocurren cosas que me imagino que no deben ocurrir en las orquestas profesionales, pero en eso radica la gracia, me imagino.
Por ejemplo, nuestras dificultades para ponernos de acuerdo con los golpes de arco, hacia arriba o hacia abajo. Es habitual ver un embrollo de arcos arriba y abajo de manera descoordinada. Cuando la pieza tiene una cierta dificultad técnica, tenemos bastante trabajo para mirar al director al mismo tiempo que las notas. No hablemos ya de si hay más de dos bemoles o sostenidos, o bien cambios bruscos de compás o de clave. Cuando entré en la orquesta me senté al lado de Pere, y ese fue mi lugar durante varios años. Cuando nos tocaba leer una partitura por primera vez, yo le miraba de reojo y me decía: “no te preocupes de los arcos, hay que sobrevivir!”.
Tiene razón; luego al final en los conciertos todo sale bien.

lunes, 10 de enero de 2011

Presentación

Somos una orquesta de cámara de músicos no profesionales.
Intentamos interpretar buena música con la mayor calidad posible, para nuestro propio placer, y para todos los aficionados que quieran acudir a escucharnos en los conciertos.
Después de 25 años de trayectoria inauguro este blog, un conjunto de crónicas sobre las andaduras cotidianas de un grupo de médicos y sus amigos, todos locos por la música.
Bienvenidos!